En 1918, tras una revolución obrera en Berlín que acaba derrocando al Kaiser Guillermo II y sustituyendo el Imperio Alemán por un nuevo estado republicano, se precipitan los acontecimientos que darán paso a la firma del armisticio entre los dos bloques en contienda durante la Primera Guerra Mundial. Sin duda este hecho, el de la formación de una república alemana a la luz de un movimiento revolucionario obrero, como pasase poco antes en Rusia, nos hace comprender mejor un dato realmente curioso. En el Tratado de Versalles, ese que pone las condiciones para la paz entre los aliados y Alemania en 1919, hay una parte entera en la que sus firmantes se dedican a regular y mejorar las condiciones de trabajo de sus ciudadanos. El espíritu de esta parte del tratado es claro: no puede haber paz sin justicia social, y no puede haber justicia social sin condiciones de trabajo justas. Es sin duda un hito en nuestra historia, la asunción por parte de las grandes naciones que, sin el bienestar de sus trabajadores, no existe justicia.
Esta parte XIII del Tratado de Versalles es la piedra angular para la fundación, hace ahora 100 años, de un organismo tripartito (formado por gobiernos, sindicatos y empresarios) que lleva un siglo haciendo que las condiciones de trabajo en nuestro mundo avancen en un continuo progreso. Se trata de la Organización Internacional del Trabajo. Los propósitos iniciales de los firmantes del Tratado, aparte de buscar una paz duradera en base a un acuerdo social entre las distintas capas integrantes de los estados, apuntaban una serie de objetivos como referencia:
- Fijación de una duración máxima de la jornada y de la semana de trabajo.
- Garantía de un salario que asegure condiciones de existencia convenientes.
- Protección de los trabajadores contra las enfermedades generales o profesionales y los accidentes resultantes del trabajo.
- Protección de los niños, de los adolescentes y de las mujeres.
- Pensiones de vejez y de invalidez.
- Lucha contra la desocupación.
- Defensa de los intereses de los trabajadores ocupados en el extranjero.
- Afirmación del principio de la libertad sindical.
- Organización de la enseñanza profesional.
Por fin, y tras más de un siglo desde la revolución industrial, los estados del mundo se ponían de acuerdo para acabar con la injusticia social y la miseria de los trabajadores de la época.
Gracias al espíritu recogido en esta parte del tratado de Versalles, el siglo XX vio cómo a lo largo y ancho del planeta las legislaciones de las naciones empezaban a incluir protecciones y derechos para los trabajadores que, hasta la fecha, se consideraban utopías imposibles de alcanzar: desde la jornada de ocho horas a las pensiones por invalidez, pasando por las vacaciones obligatorias, las normas de salud laboral y la protección económica y laboral de los trabajadores en caso de enfermedades o lesiones, el establecimiento de salarios mínimos y un largo etcétera que, sin duda, han conseguido algunas de las más altas cotas de desarrollo y cohesión social en la historia de la humanidad.
Fue mucho antes de la aparición de la Organización Internacional del Trabajo cuando surge la semilla de nuestro sector. Concretamente, en enero del año 1878 se contrata al primer telefonista, y unos meses después, ya en septiembre, Emma Nutt se convierte en la primera mujer que operará centralitas telefónicas manualmente, contratada directamente por Alexander Graham Bell. Nutt demuestra rápidamente su mayor valía en comparación con sus homólogos masculinos, por lo que gradualmente el trabajo de telefonista se convierte en una labor fundamentalmente femenina, siendo por otro lado uno de los trabajos que dan ese impulso a la incorporación de la mujer al mundo laboral asalariado. Pero no solamente debido a su mayor cortesía al teléfono, su discreción y su buen hacer sucede el triunfo de la mujer en esta nueva e incipiente industria: ellas cobraban la mitad, o incluso la cuarta parte, por hacer este trabajo frente al salario de un hombre.
Curiosamente, las primeras reivindicaciones laborales de estas pioneras operadoras telefónicas (origen a su vez del término “teleoperador/a” usado hasta día de hoy) cumplen también un siglo, siendo Julia O’Connor quien liderase la huelga laboral de teleoperadoras de 1919 para una mejora de salarios en el sector. Vemos de nuevo el cariz reivindicativo que marcó la primera mitad del siglo XX y que fue sin duda motivo del nacimiento de la citada Organización Internacional del Trabajo.
Ya en la década de los años 20, podemos conocer un poco más sobre cómo funcionaba el origen de nuestro sector con la serie televisiva “Las Chicas del Cable” y, enfocándonos en las condiciones laborales, el blog de masvoz nos da alguna pista en su entrada “Las Chicas del Cable” hoy estarían en la nube: el de telefonista era uno de los pocos oficios a los que una mujer podía optar en la época, pero “acceder al empleo de telefonista no era fácil. Además de cumplir con los requisitos para presentarse a las oposiciones, entre los que se encontraban estar soltera, tener entre 18 y 27 años, no utilizar gafas o ser capaz de separar los brazos 1,55 metros, las mujeres debían realizar un examen de mecanografía y una prueba con los auriculares.”
Saltamos hasta nuestra época, o al menos a la época de las primeras experiencias en el sector de alguno de los integrantes de ADI Consulting. Echamos la vista atrás hasta principios de los años 90 apoyados en experiencias propias pero también en este informe de CCOO de 2005 sobre la evolución del sector del Telemarketing, y encontramos un sector con mucho margen de mejora:
- Durante aquellos años, las protección a las mujeres embarazadas era menor: por ejemplo, no se impedía que realizasen los turnos de noche.
- En muchas ocasiones, no se tenían en cuenta el descanso obligatorio de al menos 12 horas entre turno y turno. Tampoco existían turnos fijos, ni horarios definidos. La disponibilidad era 24x7.
- La prevención de riesgos laborales era muy precaria.
- La ergonomía de los puestos de trabajo era mucho peor a la actual.
- El salario de teleoperador era el SMI.
- El 95% de la plantilla del sector tenía contratos temporales.
- No existía plan de carrera de ningún tipo. Bajo la categoría de “telefonista” entraban multitud de perfiles y tareas indiferentemente.
- No existía la obligación de subrogación de personal cuando una campaña pasaba a manos de una nueva subcontrata, creando precariedad en los puestos de trabajo.
En definitiva, la perspectiva de los años noventa nos muestra un sector que, pese a que en cifras económicas era cada vez más relevante, sus trabajadores eran precarios y realmente vulnerables debido a una falta de regulación que dejaba como marco legal los mínimos establecidos por el Estatuto de los Trabajadores.
Un nuevo hito sucede en 1999, hace ahora 20 años, con la firma del primer convenio estatal de Telemarketing. Este hecho histórico sienta las bases no solamente para la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores, sino también para la profesionalización misma del sector. Y aunque los inicios fueron duros e hizo falta la lucha sindical y la protección judicial para que paulatinamente se fuesen materializando los acuerdos, hoy no cabe duda que el sector está a años luz de aquellas situaciones de principios de los 90 a todos los niveles. Se ha incrementado el compromiso por garantizar la salud y seguridad en el puesto de trabajo, así como todo lo relacionado con la prevención de riesgos laborales, los salarios básicos de teleoperador están más de un 10% por encima del salario mínimo, viéndose revalorizados cada año ligados al IPC, se han incluido planes de igualdad de oportunidades, se han mejorado en general las protecciones a situaciones de incapacidad temporal, hay una mayor protección para las mujeres víctimas de violencia de género, se ha reducido la inestabilidad en el sector, se han desarrollado planes de conciliación de vida familiar y profesional, y un largo etcétera de mejoras.
Por supuesto, en el ámbito de la justicia social y de la mejora de las condiciones laborales siempre habrá camino que andar. Por ello, desde aquí homenajeamos en su 100 aniversario a la Organización Internacional del Trabajo y os animamos a conocer su historia, sus propósitos y sus logros de este siglo de vida, mientras miramos con optimismo el futuro de nuestro sector, en donde los distintos agentes han de seguir trabajando juntos para conseguir, entre todos, consolidar los progresos realizados y conseguir que llevemos con orgullo ser integrantes del sector del Contact Center.